Se trata de Ricardo Corvalán, que, tras 19 años de servicios, fue echado del complejo turístico que el Círculo Policial tiene en Trevelin. Su mujer también fue echada y no pueden afrontar los gastos médicos que demanda el tratamiento de su hijo que padece una seria discapacidad múltiple.
La semana pasada Chubut Online publicó un informe sobre la situación conflictiva que se vive entre asociados y la conducción actual del Círculo Policial, una mutual de gran trayectoria y de gran infraestructura en toda la provincia.
El caso del señor Corvalán es muy grave; no se comprende cómo se puede dejar sin trabajo a un matrimonio que, en boca de los asociados, cumplían muy bien su labor en la atención del complejo turístico de la mutual en Trevelin.
Ricardo y su mujer habrían estado en situación de servidumbre las 24hs, sin vacaciones y atendiendo a los visitantes a cualquier hora del día, sin descanso. Ni siquiera un fin de semana.
En estas situaciones conflictivas, siempre hay una situación real y palpable, como la del matrimonio sin quejas por parte de los usuarios y que se evidencia que es un matrimonio dispuesto a trabajar para darle le mejor calidad de vida posible a su hijo de 37 años con una discapacidad severa.
La otra situación es la que plantea la parte empleadora, que, en esta causa, no parece tener fundamentos sólidos para el despido; de hecho, no parecen acusaciones que tengan un sustento real.
Ricardo, de 59 años de edad, trabajó durante casi dos décadas en el lugar y su mujer desde hace unos 6 años aproximadamente. El despido primero le llegó a él y a su mujer un tiempo más tarde. El mero lapso entre un despido y otro hace caer cualquier hipótesis de mal manejo del lugar o de cualquier excusa que quiera imponer, ya que, de haber algún motivo grave, el despido hubiese sido inmediato y al mismo tiempo.
Más allá de la discusión sobre el despido, Ricardo recibió una suma insignificante de dinero como indemnización, apenas como para sobrevivir un mes.
Él, su mujer y su hijo viven en el lugar, sin tener a dónde ir y las autoridades del Círculo Policial intentaron desalojarlos por la fuerza pública, pero no lo lograron hasta el momento.
Cabe señalar que ni Ricardo ni su mujer tenían manejo de dinero alguno, ya que las instalaciones del complejo se alquilaban desde la casa central y los visitantes arribaban con un Boucher al complejo.
Sin embargo, Ricardo y su familia sufrieron el embate de allanamientos. La situación fue terrible. Su hijo convulsionando por el nerviosismo, su mujer desesperada y él que tuvo que ser internado en el hospital conjuntamente con su hijo por las consecuencias salubres de lo que significó el allanamiento.
Mientras tanto, las autoridades del Círculo Policial fueron denunciadas por manejos que algunos asociados califican de fraudulento, por la venta de inmuebles y bienes muebles en mecanismos de dudosa legalidad y que hasta incluye la venta de un camión que posteriormente se verificó que tenía el motor adulterado.
El caso de Ricardo sobrepasa todo nivel de comprensión y razonamiento. Su hijo necesita medicación y tratamiento por un valor que ronda los $600.000 mensuales; cifra que les resulta imposible alcanzar, poniendo en riesgo de muerte a su hijo.
Su hijo tiene 37 años, sufre de parálisis cerebral, convulsiones, diabetes, se desplaza en sillas de ruedas, y cuando puede, con ayuda de un andador. Su cuerpo no es el de un niño, y sin embargo, necesita los cuidados de un bebé.
Los años pasan y la edad de Ricardo y de su mujer ya no les permiten poder moverse con facilidad en torno a las necesidades de su hijo; menos aún, sin dinero para cubrir sus gastos básicos.
Si bien el caso se encuentra judicializado, la justicia es lenta e impiadosa.
Ricardo estaba trabajando prácticamente en negro. Si bien comenta que figuraba como empleado ante la Afip, los aportes no habrían ido realizados, careciendo de obra social y ART. Ricardo nos comenta que para comprar medicamentos, debía atenderse por su cuenta, pedir una receta y luego desde la sede de la entidad le mandaban dinero para los medicamentos; una maniobra sumamente extraña.
Según averiguaciones que Ricardo realizó ante la obra social, no se le hacían los aportes correspondientes.
Asimismo, una vez que lo echaron a él, denuncian que hubo una persecución y hostigamiento hacia la mujer, la que la hacían trabajar en condiciones deplorables y haciendo el trabajo que antes hacían de a dos.
Como si fuera poco, como no pudieron desalojarlos, les instalaron cámaras de vigilancia con grabación de audio en el acceso a su vivienda, cercenando su privacidad.
Esta situación puso en alerta a un grupo de asociados que están colaborando para tratar de revertir esta durísima situación que vive Ricardo y su familia y hacen un llamado a todos los asociados a comprometerse en el cuidado de la entidad para que estas cosas no sucedan, y para que se active un reflejo de humanidad que salvaguarde las condiciones dignas que la familia de este trabajador merece, especialmente por las durísimas condiciones que les toca afrontar día a día para mantener con vida y en condiciones dignas a su hijo.
Para los interesados, el señor Carlos Beovidez, asociado, pone a disposición su número de Whatsapp y así poder establecer el contacto con los asociados interesados en esta grave situación. El número es +54 9 280 458 6633
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